¿Por qué voy a gastar dinero en un estudio geotécnico? Una historia real.

Queremos explicar un caso real de una pareja que se construyó su hogar y lo que les sucedió. Hemos cambiado los nombres de los protagonistas para mantener su anonimato. Os lo contamos tal y como nos lo contaron ellos cuando nos conocieron.

José y Laura quieren hacerse una vivienda unifamiliar en una parcela de 150 m2 y contratan al equipo de arquitectos Pedro&Sonia Asociados. José y Laura llevan hablando de su hogar muchos años y quieren que su unifamiliar sea grande, tenga un sótano para aparcar sus coches, planta baja y  primera planta con acceso a la azotea donde quieren colocar un pequeño Jacuzzi con vistas a la Sierra.

Pedro y Sonia le indican que para definir la cimentación deben conocer las características del terreno y para ello debe contratar un estudio geotécnico a una de las empresas especializadas en la zona. José, que está pensando en lo que le va a costar el jacuzzi, quiere ahorrarse por todos los medios ese gasto innecesario. Laura, no sabe para qué sirve ese estudio, pregunta a sus compañeros de trabajo y no le saben responder. Al final deciden no hacerlo.

Los arquitectos son responsables últimos del proyecto y asumen el riesgo de no conocer las características del terreno porque no quieren perder un cliente. Como no quieren problemas futuros con la estructura deciden ser conservadores y suponen que el terreno es peor de lo que realmente es y deciden diseñar la cimentación con una losa en toda la base de la estructura con un canto de 50 cm. El coste de esta cimentación es de 11.625 € (150m2*0.5 m*155€/m3). Al final los arquitectos visan el proyecto y solicitan el permiso de obras en el ayuntamiento para comenzar la obra.

El ayuntamiento les concede la licencia previo pago de las tasas y comienza la obra en junio. La excavación del sótano se realiza en los meses secos. Mejor, el constructor se ahorra la bomba de achique y trabajan con comodidad. Como el terreno se encuentra seco, no han diseñado medidas para evitar infiltraciones en el garaje, ya que encarecen la obra y sus clientes están pensando en climatizar el Jacuzzi.

Llega el invierno y la ejecución de la obra va por buen camino. Ya han terminado la estructura, han realizado el cerramiento, enfoscado las paredes y colocado las puertas y ventanas. Comienzan las lluvias y el equipo de arquitectos comprueban cómo funcionan las bajantes. Las arquetas recogen todo el agua y no se aprecian fugas.

Llega la primavera, colocan el parqué de roble y una escalera metálica de caracol de acero que comunica la primera planta con la azotea y pintan las paredes con una pintura satinada que da luminosidad a la casa. José visita un día la obra y se emociona. Sube a la azotea por las escaleras de caracol  y ve las vistas a la sierra y su toma de agua. Ya se imagina dándose un baño relajante cuando vuelve del trabajo con una copa en la mano. Baja a la primera planta y ve el parqué lijado y con olor a madera nueva. Ya se ve invitando a sus amigos a una cena en el comedor y hablando de su equipo de futbol, de la ruta que van a hacer el siguiente fin de semana en la bici o de la maratón que corrieron cuando tenían 20 años..

Se lo cuenta a Laura y al día siguiente van los dos. Laura imagina a sus sobrinos correteando por la casa. Llega al comedor y se ve con su hermana hablando de lo revoltosos de los sobrinos, de lo pesado que es el jefe o a dónde van a ir de vacaciones.

Bajan al sótano y ven todo un espacio vacío, diáfano. Allí no entra sólo dos coches, pueden colocar unas estanterías y tener una despensa. Incluyo en un rincón pueden tener una mesa para guardar herramientas y botes de pintura.

Cuando se acercan ven una pequeña mancha en la pared, pero no le dan importancia, pensando que es cosa del reflejo de la luz y que la pared no está pintada.

Llega el otoño y entran a vivir en su casa. Están encantados. Tienen visita todos los fines de semana y disfrutan de su jacuzzi al atardecer cuando llegan del trabajo.

Comienzan las lluvias y cuando aparca un día Laura el coche se fija que aquella mancha que se tapó cuando pintaron ha vuelto a aparecer. Lo comenta con José y como tienen relación con los arquitectos les llaman. Cuando Pedro y Sonia ven la mancha se dan cuenta que el problema es una infiltración de agua desde el terreno. No saben que decir. Cuando  excavaron para hormigonar la cimentación no vieron nada de agua y José y Laura tampoco.

Los arquitectos explican que para corregir el problema lo mejor es colocar una pared de pladur y entre la pared y el muro hacer una canaleta que recoja la humedad y la saquen con una pequeña bomba a uno de los desagües. También deben comprobar si el agua puede atacar al hormigón por lo que tienen que tomar una muestra y llevarla al laboratorio.

José pregunta quien se va a hacer responsable de los gastos de la obra y del espacio que van a perder así como el consumo de la bomba de achique. Pedro y Sonia le explican que cómo no se hizo el estudio geotécnico ellos no pudieron valorar ese riesgo y que lo lógico es que lo paguen los dueños de la casa. Laura no queda muy convencida y pregunta a los compañeros del trabajo. Le comentan que a uno le sucedió algo similar y que lo cubrió el seguro decenal de daños que lo contrata el promotor y/o constructor.

Se lo comentan a Pedro y Sonia y realizan la consulta. La aseguradora comienza a preguntar dónde está el estudio geotécnico para indagar en la causa del problema. Como no existe empieza a considerar hasta qué punto es responsabilidad del seguro. Así pasan el invierno.

En primavera, la aseguradora contesta y les pagan la reparación. Realizan la obra y para abril ya han tapado con pladur la pared. 

Una noche José y Laura, hablando de todo se preguntan si no hubiera sido mejor contratar el estudio geotécnico. Como se han entablado amistad con los arquitectos se lo preguntan un día que coinciden y estos les explican:

Nosotros no somos expertos en el terreno y no consideramos la posibilidad del agua en invierno. Si se hubiera contratado a un especialista habría considerado esas circunstancias y nos habría recomendado realizar un drenaje perimetral. Es más, cuando excavamos hasta la cota de cimentación comprobamos que el terreno era más firme de lo que estimamos en el proyecto y posiblemente podríamos haber cimentado en unas zapatas cuyo coste no superaría los 5000 €. Eso sí, os podemos decir que vuestra casa no se caerá porque el terreno sea malo.

Al final José y Laura se quedan con un sabor agridulce porque saben que mientras disfrutan del jacuzzi tienen una infiltración en el sótano y no saben si dentro de unos años volverá a aparecer en el pladur.

¿Por qué voy a gastar dinero en un estudio geotécnico? Una historia real.

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